lunes, 25 de abril de 2011

CHARCAS - ARENA Y SOL EN EL TITIKAKA


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Caminar por la arena de rojizo granito brinda la posibilidad de dialogar con las olas, serenarse ante el ocaso y, previas zambullidas, contentarse con sus encantos. La caminata se convirtió en canto permanente, extenso y recortado allí donde el peñasco crece caprichoso a lo largo de la franja ribereña. La playa de Charka, es todo un paisaje de agua comunicativa y arena humanizada, como dijeron algunos entusiastas viajeros culturales.

Esta experiencia prospectiva nos ayudó a disfrutar de Acora. El viaje permitió que estemos nuevamente “conociéndola”, “viviéndola” y “aceptándola” desde lo que fue y de lo que puede a ser a partir de nuestro presente y su proyección a futuro. Sin duda, luego de esta inolvidable excursión, nosotros iniciamos la estimulante y retadora tarea de apreciarla y quererla más, porque en ese rico bagaje patrimonial y en la sugestiva tradición oral, se deposita gran parte de lo que fueron y de lo que son los habitantes de este bello distrito y que además es fuente y cantera para alcanzar lo que quieren ser. Comprendemos que cuando descubran su patrimonio cultural cotidiano, se acrecentará el aprecio por su, aún, enigmático e inigualable pasado

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